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Ciudad

Discurso del día 05/10/2021

"Hasta ahora las ciudades crecían hacia fuera. En Barcelona, en cambio, hay una nueva ciudad que crece en su interior, desde el corazón de los barrios. Una verdadera metamorfosis hecha con la ciudadanía y para la ciudadanía."

 

 

La historia de una ciudad depende de muchos factores y acontecimientos que superan su capacidad de decisión. Barcelona ha sido, históricamente, una ciudad luchadora, que se ha construido haciendo frente a la adversidad (murallas que no caían, bombardeos, guerras...).

Después, desde la recuperación de la democracia, la ciudad fio su progreso, en buena medida, a la sucesión de grandes eventos. Eso ha tenido efectos positivos: es indudable el cambio y la mejora que representaron los Juegos Olímpicos para nuestra ciudad. Pero también negativos: el acceso a la vivienda, por ejemplo, quedó olvidado. El protagonista era el evento, y algunas necesidades sociales y urbanas de la mayoría se dejaron aparte.

De resultas de ello, Barcelona ha crecido, a veces, a trompicones.

Pero en ningún sitio está escrito que tenga que ser así.

¿Por qué no podemos hacer una gran transformación urbana sin condiciones y sin complejos, porque la queremos y la necesitamos? ¿Por qué no podemos imaginar la mejor ciudad posible e intentar hacerla realidad?

Una gran transformación, sin buscar excusas que limitan la capacidad de actuación. Una transformación pensando en la ciudadanía, situando como protagonistas a los vecinos y vecinas, sus necesidades, sus esperanzas. Pensando en qué ciudad queremos ser, no en cuál nos dejan ser. Sin desperdiciar ninguna oportunidad, pero escogiéndolas nosotros.

En definitiva, decidiendo nosotros la ciudad que queremos ser.

 

1)Un modelo antiguo, perjudicial e insostenible.

 

Y ¿de dónde partimos? Hoy día, Barcelona se siente profundamente orgullosa de Ildefons Cerdà y de su plan urbanístico, L’Eixample, objeto de admiración.

L’Eixample estaba pensado para disponer de mucho espacio público, con una perspectiva de higiene y salubridad, que promoviera la igualdad y el bienestar de la gente común.

Pero L’Eixample que conocemos hoy se parece poco al que soñó Cerdà. La especulación y la movilidad privada lo desvirtuaron. 

El resultado es que hoy en Barcelona circulan 6.000 coches por kilómetro cuadrado, siendo la ciudad europea con una densidad de vehículos más elevada: el doble de coches que en Madrid y más del triple de los que circulan por Londres.

Y con una distribución del espacio muy poco democrática: la mayor parte del espacio público está dedicado a la circulación de vehículos y al aparcamiento, aunque la mayoría de desplazamientos se realizan andando, en bicicleta o en transporte público.

Es necesario darle la vuelta. Tenemos que repensar las ciudades. Porque la ciudad de hoy no puede ser la misma que la de hace un siglo. La ciudad de hoy afronta retos diferentes, como el cambio climático. Y también tiene nuevas potencialidades: como las nuevas tecnologías que permiten reducir la movilidad. El modelo de ciudad del siglo xx ya no es condición de progreso.

Necesitamos una ciudad más democrática, que redistribuya los espacios y usos en función de la mayoría, y eso implica cambiar la medida de referencia de la ciudad para que pasen a serlo los miembros más vulnerables: los niños y niñas, las personas mayores, las mujeres, las personas con diversidad funcional... Una ciudad será mejor cuanto mejor puedan desarrollarse todos sus miembros, todos.

El propio Ildefons Cerdà decía: “Hasta el presente, cuando se ha tratado de fundar, reformar o ensanchar una población, se ha prescindido por completo del número, la clase, la condición, el carácter y los recursos de las familias que tendrían que ocuparla. Sus habitantes, en buena lógica, tendrían que ser el verdadero punto de partida”.

Queremos recuperar el espíritu de Cerdà. Queremos recuperar lo que la especulación y el desarrollismo nos quitaron.

  • Una ciudad más saludable. Un día no muy lejano, recordaremos las ciudades de estas décadas, inmersas en contaminación, con las escuelas rodeadas de tráfico y humo, con la misma incredulidad y rechazo que hoy nos produce recordar que se podía fumar en el transporte público, en el cine o en los hospitales.

Supermanzana Barcelona es una ciudad sana, donde vivir más años y vivir mejor, una ciudad que cuida de su ciudadanía.

 

  • Una ciudad de bienestar para todos.

    • Una ciudad para los más pequeños, donde los niños y niñas pueden jugar en la calle (¡en los últimos seis años se han construido más de 200 áreas de juego!, como el Pop del parque de la Pegaso de Sant Andreu).

    • Es una ciudad donde no quieres pasar deprisa, sino que invita a detenerse, donde no tienes que gritar para que te oigan y donde puedes sentarte a ver pasar las vecinas, y no los vehículos. Una ciudad que crea comunidad, como un hogar. Esto son los ejes verdes, o los tres grandes parques, como Pla i Armengol y la Clariana de Glòries, así como el parque central de la Marina, Can Batlló y la Colonia Castells, que ampliarán el verde y el espacio de encuentro en 25.000 metros cuadrados nuevos.

    • Una ciudad donde puedas vivir, y eso implica priorizar la vivienda. Barcelona, a pesar de tener menos competencias, es la administración –no solo la ciudad, sino la administración– que está haciendo más vivienda pública de todo el Estado, aparte de un amplio e innovador abanico de políticas públicas.

 

  • Una ciudad más sostenible. Una ciudad que piensa localmente y actúa globalmente, reduciendo las emisiones de gases, contribuyendo así al futuro de una ciudad mejor para nosotros, pero también para nuestros hijos e hijas.

 

Barcelona ha sido pionera creando una comercializadora como Barcelona Energia, que hace uso solo de energía renovable, y que permite ahorrar a la administración y cada vez a más vecinos y vecinas.

 

  • Y una ciudad más competitiva económicamente. Sí, porque si apostamos por el transporte público, mejoramos el aire, pero también reindustrializamos nuestros polígonos. Porque cuando peatonalizamos, estimulamos el comercio local, como ha demostrado la supermanzana de Sant Antoni, que le ha permitido encabezar la recuperación económica.

 

Y también es un atractivo indiscutible para las empresas más punteras de ámbito internacional: quieren instalarse allí donde puedan trabajar pero también llevar a los niños andando a la escuela, donde puedan hacer negocios sentados en una mesa en la calle y conectados con el mundo. No es casual que tantas empresas estén eligiendo Barcelona.

 

Y, por supuesto, este proyecto también significa una inversión extraordinaria, la reactivación económica de la ciudad en un momento, el de la pospandemia, en que es tan necesario. Somos la administración que está licitando más obra pública de toda Cataluña, más que la Generalitat. Solo el plan urbanístico de este mandato representa una inversión de 525 millones de euros y la generación de 8.311 puestos de trabajo.

 

Y que conecta con el horizonte de la UE: Supermanzana Barcelona también son fondos europeos, Next Generation para la ciudad futura.

 

 

2) Qué proponemos: Supermanzana Barcelona.

¿En qué consiste, pues, Supermanzana Barcelona?

No es el cambio de un par de manzanas. Tampoco es un cambio de L’Eixample.

Ni siquiera puede reducirse a un conjunto más o menos grande de obras en la ciudad.

Supermanzana Barcelona es un cambio de los protagonistas: de los vehículos a las personas, pero también de los adultos a los niños y niñas, las personas mayores, las mujeres, la diversidad funcional.

Supermanzana Barcelona es una transformación global, de todos los barrios, que pretende transformar L’Eixample, pero que no se limita, ni mucho menos, a L’Eixample, sino que comprende todos y cada uno de sus distritos y barrios.

Supermanzana Barcelona es, en resumen, un nuevo modelo de ciudad, una forma diferente de entenderla, de verla y de vivirla.

 

Y ¿en qué se concreta? 4 ejes:

  • Recuperar espacio público. La pandemia nos ha enseñado lo importante que es la ciudad como extensión de nuestra propia casa. Los parques y plazas son los balcones y patios de los que no tienen. Las bibliotecas son los estudios de aquellos que no disponen de un lugar tranquilo para hacer los deberes en casa. La calle es la zona de juego de quien no tiene sitio para jugar...  ¿Qué estamos haciendo?

Sin duda, lo más conocido son los ejes verdes: 4 calles de L’Eixample y 5 en Sant Martí convertidas en verdaderos parques urbanos. Pero quizás lo más simbólico es la transformación de la Meridiana. Quién la ha visto y quién la ve..., de autopista urbana a rambla para pasear.  Y transformaciones integrales como esta las vivirán los principales ejes: Diagonal, Vía Laietana... Y el urbanismo táctico irá desapareciendo, porque obviamente es temporal, habiendo consolidado el espacio ganado. Como las terrazas: primero había que salvar puestos de trabajo, ahora hay que consolidarlos.

Primero tocaba la ética, ahora le sumamos la estética, y al final del mandato tendremos mejores terrazas, mejor restauración, mejor economía.

 

  • Pacificar el tráfico.

    • Proteger las escuelas, por la salud y seguridad de los niños y niñas. ¿Qué es más importante que eso? Como la Escuela Estel, la Brusi y tantas otras. Serán 150 las escuelas pacificadas al final del mandato. Y el objetivo es alcanzar el 100 % de escuelas pacificadas en el próximo mandato.

    • Zona 30. Está previsto que a finales de año las vías 30 sumen más de 200 kilómetros, un 75 % del total.  

    • Y con respecto al carril bici, hemos doblado los kilómetros en 4 años (de 126 a 240), y sigue creciendo.

 

  • Más y mejor transporte público. Porque, como señaló acertadamente el exalcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, la ciudad más avanzada no es aquella en la que incluso los más humildes tienen coche, sino aquella en la que incluso los más ricos utilizan el transporte público.

 

  • En cuanto al tranvía, se ha iniciado el primer tramo en este mandato.

    • Con respecto a la electrificación, el objetivo es llegar al 80 % de autobuses electrificados en 2024, multiplicando los puntos de recarga.

    • Y el Plan de Movilidad prevé construir 32 kilómetros más de calles para peatones y 70 kilómetros nuevos de carril bus e incrementar en un 40 % la red de carril bici.

 

  • Más verde, más naturaleza. 40 hectáreas de verde ganadas entre 2019 y 2021.

 

Quiero insistir en que todo ello no es una diferencia de grado, es una diferencia de escala. No es una aceleración, es un cambio.

Y si hablamos de “gran transformación”, o de “transformación global”, es porque las cifras también lo avalan.

Hasta ahora las ciudades crecían hacia fuera. En Barcelona, en cambio, hay una nueva ciudad que crece en su interior, desde el corazón de los barrios. Una verdadera metamorfosis hecha con la ciudadanía y para la ciudadanía.

En definitiva, Supermanzana Barcelona es la mayor transformación de Barcelona desde los Juegos Olímpicos.

 

3) Cierre

El modelo Supermanzana Barcelona ya es una referencia internacional. El prestigioso periódico The New York Times hacía referencia al mismo en un largo reportaje titulado “Aquello que Nueva York puede aprender de Barcelona”. El mundo mira y admira a Barcelona por su actuación en el espacio público.

Y esta transformación no la hace sola. Hoy Broadway, la mítica avenida Broadway, es peatonal. Hoy la ribera del Sena, por donde antes pasaban 40.000 coches al día, es peatonal. Las ciudades europeas han construido una media de 11,5 kilómetros de vías ciclistas este 2021, con París, Londres o Berlín a la cabeza. Y el urbanismo táctico para actuar más rápidamente es una realidad de Chicago a Milán.

Y ¿qué es la ciudad de los 15 minutos de París sino un proyecto como el de Supermanzana Barcelona? Los nombres cambian, pero los horizontes son los mismos para todas las ciudades punteras.

Es el sentido de los tiempos, y es el sentido mayoritario de la ciudadanía: hoy ocho de cada diez ciudadanos de Barcelona quieren más espacio para el peatón.

La ciudad llena de coches y humo es el pasado. La ciudad de las personas es el futuro.

Ahora bien, este no es un cambio que afecte solo a Barcelona ni que pueda afrontar Barcelona en solitario. Esta es una cuestión de país, y así debe ser considerada y tratada. Este tiene que ser un objetivo compartido, con acciones valientes y coherentes, no solo desde el Ayuntamiento, también desde el ámbito metropolitano y nacional.

Es por eso que ayer me dirigí al presidente Aragonès con el fin de proponerle la convocatoria de un proceso de debate para aprobar un Pacto Nacional para la Movilidad Sostenible. Un proceso que invite a las diferentes instituciones implicadas, con destacada presencia del mundo municipal, así como al conjunto de partidos políticos y, por supuesto, a la sociedad civil y la ciudadanía. Un proceso basado en principios claros de sostenibilidad, cohesión social y competitividad económica, y que concluya con la priorización de inversiones inmediatas en función del modelo de país que queremos. Un proceso que disfrute de la relevancia y priorización que la emergencia climática y el progreso del país se merecen.

 

Termino. La imagen paradigmática de la pandemia han sido las UCI llenas y las calles vacías. Ahora tenemos que recuperar la ciudad, llenarla de nuevo, pero de vecinos y vecinas, de árboles y verde, de bancos y mesas, de juegos y actividades para todo el mundo, de dinamismo comercial y económico, de proximidad e internacional.

La COVID ha supuesto una sacudida y un parón en muchos ámbitos, también en el del proceso de transformación urbana. Ahora, sin embargo, recuperaremos el tiempo perdido.

Barcelona está dando un importante salto adelante, y como en toda gran transformación que hemos vivido, eso implica un periodo de reformas. Así, en los próximos meses asistiremos a la intensidad de las grandes transformaciones. También veremos que lo provisional (como el urbanismo táctico) pasa a ser definitivo, ganando una ciudad nueva que renace desde su interior.

Somos conscientes de que el proceso de cambio siempre genera incomodidades, pero el resultado –lo sabemos bien de otros momentos históricos– merece la pena.

 

Tenemos una nueva ciudad por ganar.

 

 

 

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