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Conoce mejor a la alcaldesa

Inauguración del encuentro anual del Círculo de Economía

  • Ciudad

  • Economía

Discurso del día 04/05/2022

"La disyuntiva es entre ciudades del pasado o ciudades del futuro. Ciudades del pasado basadas en la especulación, el pelotazo urbanístico, los combustibles fósiles, las privatizaciones y bajadas de impuestos a los que más tienen; o ciudades del futuro: con una economía puntera, diversificada y de alto valor añadido, en una ciudad cohesionada y sostenible, pensada para las personas."

 

 

 

 

Bienvenidos y bienvenidas una vez más a Barcelona.

Celebro que hayan vuelto a elegir nuestra ciudad para celebrar sus jornadas, y espero que sean muchas más.

Quiero empezar haciéndome eco de los premios que otorgan, y que este año tienen un claro protagonismo femenino: el Premio Lara, para Mireia Trepat, Pilar Mateo y Muriel Bourgeois; y el Premio a la Construcción Europea, para Ursula Von der Leyen.

Como primera alcaldesa de Barcelona sé que si las mujeres no han estado más presentes en el mundo económico, como en el político, es porque había prejuicios y discriminaciones.

Esta discriminación no ha desaparecido, nos queda mucho por avanzar, pero estos reconocimientos demuestran que avanzamos, y es una muy buena noticia. Enhorabuena a todas ellas.

Vivimos tiempos de incertidumbre y cambio en que afrontamos numerosos retos, locales y globales: una economía convulsa, las grandes desigualdades, el cambio climático, el envejecimiento de la población, el cambio tecnológico, la incertidumbre del escenario internacional...

Y, ante estos retos, la mejor receta para el fracaso es no querer cambiar nada, querer mantener las recetas del siglo pasado.

No ha sido nunca esta la manera como Barcelona ha afrontado los retos, siempre caracterizada por la innovación, para adelantarse a sus tiempos.

Y ahora no será diferente. El dilema económico que afrontamos como ciudad, como país, como sociedad, es si seguimos instalados en el pasado o avanzamos hacia el futuro.

 

Barcelona lidera

Y quiero empezar por reivindicar que, pese a un contexto tan difícil, Barcelona lidera la recuperación económica:

Lidera la reducción del paro en España (–32,5 %). En el 2021 Barcelona redujo el paro el doble de rápido que Madrid.

Récord de contratos indefinidos: un 260 % más en un año.

Y, además, Barcelona ha aprovechado para recuperar competitividad económica: Barcelona es la ciudad europea con más contratación de oficinas, según CBRE, la conocida compañía americana de capital inmobiliario. Repito: la que más de toda Europa.

 

Y lo hemos conseguido, quiero recordarlo, velando por la salud de la ciudadanía. Es decir, evitando muertes. Y de manera honesta.

No podemos caer en la autocomplacencia. Pero tampoco tenemos que recibir ninguna lección. Sin duda tenemos motivos para estar orgullosos.

Pero no podemos pensar solo en el próximo año, sino en las próximas generaciones.

Precisamente un expresidente del Círculo de Economía, Anton Costas, con quien tuve el placer de compartir una charla hace poco, dice que toda ciudad que quiera liderar el futuro debe basarse en tres erres: resistir, recuperarse y reinventarse.

He hablado de cómo hemos resistido y cómo nos estamos recuperando muy bien. Déjenme hablar ahora de la importancia de reinventarse.

 

Barcelona se reinventa con un modelo de éxito

Pero no nos hemos limitado a gestionar la coyuntura: hemos impulsado un modelo de ciudad de cohesión social, sostenibilidad e innovación.

En cohesión social, Barcelona hoy es la ciudad líder en inversión social de toda España y la que más vivienda pública construye. Porque menos desigualdad es más prosperidad para todo el mundo.

La semana pasada, la Comisión Europea (CE) premiaba a Barcelona con el título de Capital Europea de la Inclusión y la Diversidad 2022, un galardón que reconoce los esfuerzos de Barcelona por construir una sociedad más justa.

En sostenibilidad, la propia ONU pone el modelo de recuperación del espacio público de supermanzana como ejemplo para todo el mundo; y la UE, nuestro Plan contra el cambio climático.

En este sentido, quiero decirles que la guerra ha puesto de manifiesto hasta qué punto la dependencia energética, en general, y de los combustibles fósiles, en particular, nos hace más débiles, más inestables y más inseguros.

Por eso, no tiene sentido insistir en ampliar infraestructuras muy dependientes de estos combustibles, como puertos y aeropuertos.

Por cierto, en este sentido, hace unos días, en una reunión con el director general de la Energía de la Comisión Europea, él mismo insistía en esta reflexión. Y, además, mencionó, específicamente, la importancia de abaratar el transporte público para contribuir a la reducción de la dependencia energética. Una demanda que aquí sigue sin escucharse por parte de las instituciones competentes.

En definitiva, quedarse en el pasado no es solo una mala decisión ambiental, también es una mala decisión económica. Porque ser sostenibles nos hace más competitivos.

Por eso no es casual que nuestra ciudad haya sido la que más fondos Next Generation ha recibido, precisamente para mejorar la calidad ambiental y la movilidad. Porque, a diferencia de otros que han tenido que renunciar a ellos, nosotros ya teníamos los deberes hechos y los proyectos preparados. Nosotros estamos en plena sintonía con Europa.

 

Y con respecto a la economía y la innovación, entiendo que desconfíen de los discursos políticos. Así que hablemos de dinero: Barcelona quintuplicó la inversión extranjera en el 2021.

No les pido que crean, porque creer es una cuestión de fe. Y esto son datos, son hechos.

Como también es un hecho que Barcelona es la segunda ciudad de Europa respecto a atracción del sector tecnológico. Y que concentra el 70 % de la contratación de empresas tecnológicas de toda España.

Porque no renunciamos a ningún sector económico, pero impulsamos un modelo propio, diversificado y de alto valor añadido.

En definitiva, un éxito económico evidente y creciente que convive y se alimenta de la construcción de una ciudad con más oportunidades para todo el mundo y más responsable con el planeta.

 

Barcelona, ejemplo de buen gobierno.

Y tan importante como qué se hace es cómo. Una manera de hacer caracterizada por la colaboración público-privada, el acuerdo y la estabilidad y la coherencia con Europa.

  • Con colaboración público-privada. Por lo tanto, con ustedes:

    • Plan estratégico metropolitano

    • Operador metropolitano de vivienda

    • Reimpulso del 22@

    • Reconversión de la antigua fábrica Mercedes

    • Caixa Research Institute

  • Con acuerdos y estabilidad: como demuestra que este mandato hemos aprobado los presupuestos cada año puntualmente y con amplio consenso social y político. Pocas instituciones pueden decir lo mismo.

Y facilitando y promoviendo, desde Barcelona, que este acuerdo y estabilidad se dé también en otros niveles institucionales como la Generalitat o el Estado.

En el Ayuntamiento, como en el Estado, el protagonista ha sido el diálogo y el acuerdo entre partidos y agentes sociales: desde la reforma laboral hasta la subida del SMI. Y todo con resultados positivos más que demostrados.

Los únicos que se han desmarcado del clima de diálogo y consenso han sido la derecha, que han optado por un acuerdo con la ultraderecha, a la que han optado por normalizar, a diferencia de lo que ocurre en Francia o Alemania.

Igualmente, con respecto a políticas públicas, reclamando bajadas de impuestos que solo servirían para alimentar la inflación y la crisis.

No lo digo yo, lo dicen el FMI y la misma Comisión Europea, que han mostrado su desacuerdo con estas propuestas.

En coherencia con Europa, a la que precisamente ustedes dedican la reunión de este año.

 

La nueva UE está enmendando lo que hizo en la crisis anterior. Donde antes imponía recortes, ahora prioriza la inversión pública; donde antes era rígida, hoy ha flexibilizado los objetivos de déficit y deuda, o la regulación de la energía en función de la realidad (de Alemania o de España y Portugal).

Un cambio que algunos ya reclamábamos en la crisis anterior. Bienvenido sea. Y unos cambios en plena sintonía con las políticas impulsadas por el Gobierno de Barcelona y de España.

Por eso, si Barcelona fue la primera ciudad en recibir fondos Next Generation, España fue el primer país en recibir fondos de recuperación precisamente por su buena acción. 

Y por eso se ha subido el SMI, y se ha aprobado una reforma laboral, pactada con la patronal. ¿Y con qué resultado? Que el paro cae, el 50 % de los nuevos contratos son indefinidos y hay récord de empleo. Y en contexto de guerra, inflación e incertidumbre económica.

Creo que quien debe reflexionar es todo el que, por una razón u otra, votó en contra de ello.

En definitiva, si juzgamos sobre la base de resultados y no partiendo de prejuicios, la realidad es que los gobiernos actuales pueden exhibir buenos resultados y buena gestión, y que recogen muy bien los principios que reclaman en su editorial: veto a la ultraderecha, estabilidad y progreso económico y construcción europea y coherencia con esta.

 

Clausura

Y así se está reconociendo en el ámbito internacional. Por eso, hace pocos días celebrábamos que Barcelona era elegida como sede de la Copa América de Vela.

No es un caso aislado. Tres eventos más de primer orden internacional han elegido Barcelona en el último año y medio, a pesar del contexto difícil que hemos vivido: el Integrated Systems Europe, el congreso de la industria audiovisual más importante del mundo; la Capitalidad Mundial de la Arquitectura; y la bienal de arte contemporáneo Manifesta 2024. Y que se suman al Mobile World Congress. Barcelona atrae como hacía mucho tiempo que no lo hacía.

En definitiva, una ciudad líder, que sabe elegir. Una ciudad con un proyecto propio y un proyecto maduro. Y, por lo tanto, que no dice sí a todo, porque eso es un error, sino que elige en función de si los proyectos encajan con este modelo, si contribuyen a la ciudad que queremos.

Por eso, la disyuntiva no es entre ciudades del sí o del no, como a menudo se quiere plantear interesadamente.

La disyuntiva es entre ciudades del pasado o ciudades del futuro. Ciudades del pasado basadas en la especulación, el pelotazo urbanístico, los combustibles fósiles, las privatizaciones y bajadas de impuestos a los que más tienen; o ciudades del futuro: con una economía puntera, diversificada y de alto valor añadido, en una ciudad cohesionada y sostenible, pensada para las personas.

Y la disyuntiva tampoco es entre crecimiento o decrecimiento, sino entre modelos de desarrollo. Entre ciudades que quieren un desarrollo insostenible o uno sostenible, uno que solo piensa en el presente, y uno que asegura el bienestar y progreso presente y también de las generaciones futuras.

Otros prefieren quedarse en el siglo XX. Yo quiero liderar el siglo XXI.

Quiero insistir: tenemos que juzgar los proyectos en función de los resultados, no de prejuicios. Y el proyecto de Barcelona funciona. Y es bueno para Barcelona, es bueno para el Círculo de Economía y es bueno para todo el mundo.

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